Lluvia

En la clase de literatura creamos nuestro propio relato y luego lo enriquecimos con nuevos conceptos como por ejemplo, el uso del tiempo mediante descripciones, para generar distintos sentimientos y atmósferas dentro del relato.
¡Acá esta mi texto!

El cielo estaba nublado, amenaza hace horas la llegada de la lluvia. La oscuridad de la tormenta, al igual que la de un alma vacía, trajo unas pocas gotas que cesarán tan rápido, que solo una audaz perspicacia podría notarlas.

Bajo el único techo que había en kilómetros se encontraba un señor protegiéndose de la despiadada lluvia que se avecinaba. Pero las nubes nos se hicieron esperar más y descargaron con la furia del tiempo todas su lluvia. La ruta que pasaba por el costado ya no era visible ya que la tormenta bloqueaba la vista y las incesantes gotas cada vez eran más enérgicas. Indudablemente el hombre se sentía reflejado en ellas, destinado a caer y estrellarse hasta desaparecer. Se veía introvertido, escondido en sí mismo al igual el que las flores dentro de su capullo, incapaces de salir debido a su falta de fuerza. Su desdicha había traspasado hasta lo físico, pues su aspecto estaba tan desmejorado como los campos destruidos por el viento. Había algo que lo atormentaba, el hombre no podía dejar de pensar en su mujer, hacía meses había huido de su casa, inundado por la furia y la impotencia.
Cimeries, el hombre, estaba lleno de arrepentimiento. Deseaba más que nada llegar a su casa, encontrar a su mujer y abrazarla, besarla y repetirle mil veces que la amaba. Pero no podía, no era solo la tormenta lo que los separaba el abismo era más profundo que la simple zanja de la ruta. Cimeries sentía miedo, no quería ver la misma expresión que llevaba su amada la noche que la abandonó, repleta de odio y rechazo. Su corazón se contraía cada vez que pensaba en ese momento. ¿Qué si ya no lo quería? ¿Si ya no lo extrañaba? Peor aún,  ¿Y si lo había olvidado? La incertidumbre comenzaba a consumirlo.
Mientras tanto, el tiempo se ponía cada vez más oscuro y la visión se seguía perdiendo. La claridad ya comenzaba a difuminarse a la distancia y mientras los minutos pasaban, la mente de Cimeries luchaba por llegar a una decisión final. En su mente el hombre buscaba la suficiente confianza para salir del techo, exponerse a la lluvia y correr, alejarse de todo aquello que lo resguardaba. Finalmente un relámpago se estrella contra los campos ya perdidos  y el paraíso se iluminó; Cimeres logró juntar voluntad y dar un paso adelante.

Comentarios

  1. Bello texto. Se observa el trabajo sobre la relación entre el clima y la historia/ la conciencia del personaje.
    ¡Lástima que el comentario sea tan breve! Me hubiera gustado saber más sobre cómo concebiste tu texto.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Mio Cid y Martín Fierro

Mi Cuarta Septicemia en profundidad

Martín Fierro